11:1 Jefté galaadita era esforzado y valeroso; era hijo de una mujer ramera, y el padre de Jefté era Galaad.
11:2 Pero la mujer de Galaad le dio hijos, los cuales, cuando crecieron, echaron fuera a Jefté, diciéndole: No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer.
11:3 Huyó, pues, Jefté de sus hermanos, y habitó en tierra de Tob; y se juntaron con él hombres ociosos, los cuales salían con él.
11:4 Aconteció andando el tiempo, que los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel.
11:5 Y cuando los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob;
11:6 y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro jefe, para que peleemos contra los hijos de Amón.
Dice la palabra que Jefté aceptó la lucha e hizo una promesa a Jehová por la victoria en esa batalla.
11:30 Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos,
11:31 cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en holocausto.
11:32 Y fue Jefté hacia los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano.
La promesa de Jefté fue entregar completamente la vida de esa persona al servicio de Dios, esa dedicación era semejante a cuando se ofrecía un cordero en ofrenda quemada totalmente para Dios.
11:34 Entonces volvió Jefté a Mizpa, a su casa; y he aquí su hija que salía a recibirle con panderos y danzas, y ella era sola, su hija única; no tenía fuera de ella hijo ni hija.
11:35 Y cuando él la vio, rompió sus vestidos, diciendo: ¡Ay, hija mía! en verdad me has abatido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor; porque le he dado palabra a Jehová, y no podré retractarme.
Duro tuvo que haber sido para Jefté, a lo mejor no esperaba que saliera su hija, ya que era su única hija y al entregarla completamente al servicio de Dios, el mismo se privaría de tener descendencia que llevara su nombre, y para esos tiempos esto era algo importante, de ahí su amarga queja.
Pero es aquí donde vemos la respuesta comprensiva, obediente y sumisa de esta hija.
"36 Ella entonces le respondió: Padre mío, si has dado palabra a a Jehová,
haz de mí conforme a lo que prometiste, pues que Jehová ha hecho venganza en tus
enemigos los hijos de Amón. 37 Y volvió a decir a su padre: Concédeme esto:
déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi
virginidad, yo y mis compañeras. 38 Él entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos
meses. Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes.
39 Pasados los dos meses volvió a su padre, e hizo de ella conforme a su voto
que había hecho. Y ella nunca conoció varón." ( Jue 11: 36-39 )
La historia nos sugiere que había llegado a una edad en que las jóvenes pretendían casarse y esto para ella sería una gran impacto en su vida, por la manera en que recibe a su padre, con panderos y danzas muestra que era una joven alegre, llena de energía y a lo mejor con expectativas de un esposo e hijos para su vida, sin embargo y sin ocultar su tristeza por el hecho, acepta voluntariamente su destino. Sin duda un acto de amor y obediencia.
11:6 y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro jefe, para que peleemos contra los hijos de Amón.
Dice la palabra que Jefté aceptó la lucha e hizo una promesa a Jehová por la victoria en esa batalla.
11:30 Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos,
11:31 cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en holocausto.
11:32 Y fue Jefté hacia los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano.
La promesa de Jefté fue entregar completamente la vida de esa persona al servicio de Dios, esa dedicación era semejante a cuando se ofrecía un cordero en ofrenda quemada totalmente para Dios.
11:34 Entonces volvió Jefté a Mizpa, a su casa; y he aquí su hija que salía a recibirle con panderos y danzas, y ella era sola, su hija única; no tenía fuera de ella hijo ni hija.
11:35 Y cuando él la vio, rompió sus vestidos, diciendo: ¡Ay, hija mía! en verdad me has abatido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor; porque le he dado palabra a Jehová, y no podré retractarme.
Duro tuvo que haber sido para Jefté, a lo mejor no esperaba que saliera su hija, ya que era su única hija y al entregarla completamente al servicio de Dios, el mismo se privaría de tener descendencia que llevara su nombre, y para esos tiempos esto era algo importante, de ahí su amarga queja.
Pero es aquí donde vemos la respuesta comprensiva, obediente y sumisa de esta hija.
"36 Ella entonces le respondió: Padre mío, si has dado palabra a a Jehová,
haz de mí conforme a lo que prometiste, pues que Jehová ha hecho venganza en tus
enemigos los hijos de Amón. 37 Y volvió a decir a su padre: Concédeme esto:
déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi
virginidad, yo y mis compañeras. 38 Él entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos
meses. Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes.
39 Pasados los dos meses volvió a su padre, e hizo de ella conforme a su voto
que había hecho. Y ella nunca conoció varón." ( Jue 11: 36-39 )
La historia nos sugiere que había llegado a una edad en que las jóvenes pretendían casarse y esto para ella sería una gran impacto en su vida, por la manera en que recibe a su padre, con panderos y danzas muestra que era una joven alegre, llena de energía y a lo mejor con expectativas de un esposo e hijos para su vida, sin embargo y sin ocultar su tristeza por el hecho, acepta voluntariamente su destino. Sin duda un acto de amor y obediencia.
Es realmente impactante la historia biblica de la promesa de JEFTE yo tambien soy cristiana evangelica,lo deduzco porque es raro que un catolico toque de esta manera esta historia ALABAD A JEHOVA TODO LO QUE RESPIRA.BENDICIONES PARA TODOS
ResponderEliminarAsí es Grace, soy cristiana evangélica, para la gloria de Dios. Esta historia nos enseña la obediencia y el temor a Dios por encima de cualquier otra cosa, la obediencia de una hija al padre por encima de sus propios sueños, y el dolor de un padre que ama a su hija, pero que cumple su promesa a Dios ante todo. Pero la historia aunque no profundiza mas, podemos quedarnos con la sensación que fue muy feliz sirviendo al Señor. Porque no hay mayor recompensa y privilegio. Bendiciones!!
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